Buga (Valle del Cauca).
Jueves 19 de julio de 2012
En el Terminal de Tuluá abordé por $2.500, una buseta para llegar a Buga, en 40 minutos. Un conductor con cara de niño y cuerpo robusto, manejó a su antojo, en cuanto a paradas y demoras. Pero yo, qué afán tengo?
El alcalde de Buga hasta el 2015, es el señor John Harold Suárez Vargas. Esta ciudad tiene en total 117 mil habitantes, de los cuales, cien mil habitan el casco urbano, y los 17 mil restantes viven en los campos.
La buseta me dejó en el Terminal de Transportes bugueño, desde donde, por mil pesos, me desplacé hasta la Basílica de El Milagroso, en una buseta urbana. Lo mejor es instalarme acá, cerca de muchos recursos y del Terminal de Transportes. Por $20.000 arrendé la habitación 214 en el Hotel Mesón España. Previamente hice que cambiaran las sábanas que no eran limpias. Pero de resto, muy bien, el baño muy amplio y las toallas blancas.
Ahora sí, a callejear. Lo primero fue visitar la Basílica del Señor de los Milagros. De verdad es muy bonita, lujosa, con apliques dorados y hasta moderna: un equipo de amplificación full y como diez televisores de muchas pulgadas, a través de los cuales se transmite la misa en circuito cerrado, penden de las columnas.
Los retablos de los altares laterales, hermosos, decorados con laminilla de oro y algunos tienen abajo, unas escenas bíblicas con imágenes pequeñas, muy bien elaboradas. Lo mismo en el altar mayor, está la última cena y no sé qué otro acontecimiento, de gran finura y mucho colorido.
Subí al camerino donde está el Cristo, moreno él, y no tan grande. Muchos peregrinos, claro. Hay urnas para depositar las promesas y se ven fieles caminando de rodillas hasta el altar. Lo mismo afuera: todo un comercio bien organizado de camándulas, reliquias, santos, escapularios, imágenes de todos los tamaños y para todas las advocaciones.
En la nave derecha del templo, me impresionó un alto relieve de tamaño natural, en el que aparece San Gerardo Mayela, un hermano marista, subiendo hasta el cielo, en brazos de los ángeles.
Luego estuve visitando el centro histórico de Buga que es precioso y muy bien conservado. Hay edificios religiosos y civiles bastante hermosos. Como la iglesia de San Francisco, a unos pasos de la Basílica, con balcón en el interior y altar sencillo, pero bello y colonial.
Otras dos iglesias antiguas son la Catedral, en el costado de la Plaza Cabal, y dos cuadras más arriba, está la iglesia colonial de Santo Domingo, de una sola torre, muy linda. Y en ese mismo sector está la Alcaldía, también en un edificio muy bien conservado.
De este sector hay que destacar el Palacio de Justicia, el edificio que tiene unas ánforas arriba y que, según me contó un lugareño, va a cumplir doscientos años y fue el Primer Tribunal que hubo en Colombia. En general el centro histórico de Buga sí ha tenido dolientes, por lo que toda su arquitectura luce original y muy bien conservada. Hoy en Buga, hace un día sin sol, fresco y muy apropiado, para recorrer la ciudad.
Entré a comer algo a Olímpica y ahí cerca encontré un Café Internet donde adelanté mucho mi relato de viaje. Salí feliz, con ánimo de dormir temprano, pero en el camino ‘se me atravesó’ la cabalgata de la Feria, pues hoy se iniciaron las Fiestas de Buga, razón por la cual se ven muchos turistas.
Bueno, la cabalgata parecida a la de todas partes, tal vez no tan concurrida, y menos espectáculo que el Paseo a Caballo de la Feria de las Flores. Pero por lo demás, los mismos caballos hermosos, la mayoría de paso fino, los mismos jinetes borrachos o prendidos, igual ostentación de caderas y senos postizos, por parte de damas bonitas, etc. Aquí la cabalgata sí es un espectáculo menos concurrido, se ven espectadores en las aceras pero no son grupos de gente seguidos, sino más bien saltones, al menos por esta parte del recorrido.
Esta gente de cultura caballística, tiene su forma de ser y de vestir: siempre con sombrero, botas, camisas de cuadros y jeans. Eso sí, encontré en Buga dos novedades: un caballo que producía un mayor sonido en las pisadas, pues le colocan en las herraduras unas platinas especiales para amplificar el ruido de las patas, contra el pavimento. Y lo otro novedoso fue un envase para aguardiente en forma de pistola, que llevaba un jinete al cinto. Gas armas…
Como por este sitio la cabalgata ya está en su fase final, los caballos pasan sudorosos, también veo uno que otro par de policías carabineros, en cabalgaduras muy grandes. De pronto son los únicos caballeros sobrios del desfile. Acá se ven menos equipos de sonido en las alforjas y creo que hay menos consumo de licor, que el que se toma en Medellín. Pero no falta, claro está, aquel que se ha excedido de copas y cabalga meneando su cuerpo para todos lados, mientras la gente se ríe de su estado ebrio y calamitoso.
Solo vi un jinete de raza negra encima de un ejemplar hermoso: negro azabache y de pelo brillante. Tenía que tener una buena bestia para no sentirse extraño entre tanto blanco rico. Ah, y el otro negro que pasó frente a mí, fue nada menos que el Tino Asprilla, hombre de la región. Ya de noche me fui a dormir.
Viernes 20 de julio de 2012
En moto taxi fui hasta el Coliseo de ferias, al mayor evento agropecuario del occidente colombiano. Allí pagué $5.000 por el ingreso. El evento no es gran cosa, pero estando acá, había que conocer el Coliseo y su Feria. Sin embargo, recuerdo que cuando yo vivía sobre la avenida Roosevelt de Cali, vine a una feria de estas, pero poco recuerdo lo que viví en esa oportunidad. Han pasado ya como 30 años de esa situación. Si en aquella época yo hubiera hecho diario de viaje, ahí sí podría recordar muchas vivencias de ese día. La ventaja del relato escrito.
Además, a mí no me llaman demasiado la atención los animales. Total que esta vez, pasé rápido por los sitios en donde había toros, vacas, cabros, pollitos, terneros, conejos, etc. Me gustó mucho más el orquideorama, en donde se exhiben flores muy bellas, algunas exóticas como unas diminutas de color verde claro, que se forman a manera de rosario o collar, muy largo.
Más tarde ví dos de los caballos que desfilaron sobre la pista de resonancia con amplificador, para los jueces, atentos a sus pisadas y la forma de caminar.
Los jinetes llevan saco de frac negro, camisa blanca muy fina y zamarros de cuero para proteger los pantalones del sudor del caballo. Los aperos, es decir, el freno, la alfombra, la silla, etc, son en puro cuero y algunos de color rojo que se ven muy bien, sobre la piel negra del alazán. Primero desfilaron los castrados y después las potrancas en proceso de adiestramiento.
Antes del medio día tomé otra moto taxi hacia el centro histórico. Aquí el moto-taxismo aún es ilegal e insipiente. Pero menos mal no ha habido tropeles, como los que se han presentado en Tuluá, pues los conductores de autos públicos, se oponen a esa competencia. Aquí basta ver un motociclista que traiga un casco adicional en el brazo, para levantar la mano y él se detiene al momento. Las carreras cuestan solo mil pesos y este servicio tiene la ventaja, que deja al usuario en la puerta de la casa o en el sitio hacia el cual necesita desplazarse.
El joven que me condujo tuvo paciencia para detenerse en el parque en honor de Rodrigo Díaz de Fuenmayor, muy bonito y restaurado por la administración anterior. A media cuadra de ahí está el Hospital San José, con una portada antigua muy bella a manera de entrada. La iglesia de San Antonio, es otra capilla antigua que ví, al pasar por frente a su espadaña. Como hoy es día de fiesta, algunas de las fotos que he tomado quedan decoradas con el tricolor nacional, que se iza en muchos edificios. En la carrera 9 con calle 13, está la iglesia de Santa Bárbara, la que tiene forma de Castillo y donde estuve alguna vez.
Más adelante fotografié el bello Hotel Guadalajara, con piscina, bares y restaurante de lujo. Ahí cerca está un edificio antiguo en ladrillo, donde funciona el Hotel del Regidor. También en este sector está el Castillo de la Rumba, en una casa con forma de Fortaleza Feudal. Y frente a la clínica Guadalajara, está El Faro, un mirador bonito que desafortunadamente ha estado cerrado al público, desde hace un año. Lástima, pues de la parte de arriba, se debe divisar muy bien toda la ciudad de Buga. Desde este sector veo parte del cerro Alto Bonito, en donde estuve alguna vez, viniendo de Ginebra.
Pasé después al parque de las Mariposas, un espacio muy agradable, con fuente de agua y banderas multicolores, flameando con el viento. Desde allí se aprecia una cúpula inmensa que, según me informaron, pertenece a la iglesia de la Merced, la cual fui a fotografiar en seguida. Lástima que no conocí su interior, que debe ser tan bonito como el de todos los templos de los mercedarios. Esta iglesia no tiene plaza al frente, pero a un lado está el Colegio Santa Teresita, también de arquitectura colonial.
Recorrí algunos de los almacenes de reliquias, donde el comercio es bastante activo. Visité el Museo del Señor de los Milagros, con ornamentos y fotos antiguas, imágenes diversas y muchas placas en mármol donde los beneficiados con milagros, le agradecen a la divinidad los favores recibidos. Hacia el medio día, me encerré en la habitación a ver algo de noticias y a descansar.