Briceño (Antioquia).
Jueves 26 de marzo de 2015
Este es uno de los pocos municipios antioqueños que me falta conocer. Alguna vez me devolví de los Llanos de Cuivá, cuando la vía estaba interrumpida por una competencia ciclística, y ese día se frustró mi visita a la tierra en honor del General de la Guerra Civil: Manuel José Briceño.
Este municipio ha asido muy azotado por grupos armados, pero últimamente la situación de orden público está mejor, e incluso se van a iniciar las tareas de desminado de los campos, alrededor del casco urbano.
A las 7:50 abordé una buseta moderna de Coonorte con destino final Nechí. Muy buen carro, con ventanas panorámicas y conductor amable quien me cobró $20.000 hasta San Fermín, el sitio, adelante del Alto de Ventanas, en donde sale la vía destapada hasta Briceño.
Estoy casi sin desayunar, así que la parada en Santa Rosa me vino muy bien. Por $7.000, precio razonable, comí calentado con huevos, arepa, quesito y chocolate. Estaba todo muy rico. Más un pandequeso recién horneado, delicioso.
Eran las 11:30 cuando me bajé en San Fermín, la vereda por la que se sale hacia mi destino. Una señora que esperaba bus me contó que hacía poco había pasado la camioneta para Briceño. Deberé esperar por lo menos una hora y media hasta cuando pase la siguiente. Pero bueno, no pierdo la esperanza de tener otra opción.
Y efectivamente, cinco minutos después pasó una camioneta doble cabina de una empresa que hace interventoría a obras civiles. Iban ahí dos muchachos que no me llevaron porque no llegaban hasta el pueblo y el asiento trasero estaba ocupado con instrumentos y herramientas. Así que tendré que esperar otra oportunidad.
Pero oh sorpresa, y qué suerte: al momento veo que regresa la camioneta con las luces encendidas y me pitan. Me dijeron que les habían informado que sí tenían que llegar hasta Briceño, que viera a ver cómo me acomodaba en la silla de atrás. Y sí, no fue difícil correr los instrumentos, para sentarme muy contento, con ventana al lado.
Lo que deduje luego fue que, como esos muchachos tampoco conocen la vía, pues es la primera vez que transitan por aquí, qué pensaron: ‘mejor devolvámonos por ese cucho de camisa azul, que él nos puede aportar buena información e indicar por dónde seguir’. La sorpresa se la llevaron cuando supieron que yo no era briceñense, y que, al igual que ellos, era la primera vez que viajaba por esta carretera.
Menos mal apenas conversamos algo, entendieron que de todas maneras yo podría ser buena compañía, dada mi experiencia en viajes. Traté de no preguntarles mucho sino dejar que ellos tuvieran la iniciativa, pues somos dos generaciones casi antagónicas.
Qué cosa para si maneja rápido el muchacho de la cabrilla. Me pregunto: para qué tanta carrera? Pero bueno, así les gusta a los jóvenes. Cuando tengan mi edad, manejarán despacio.
La carretera aunque sí tiene algunos precipicios, es más bien segura, pues no faltan los árboles o cercas que protegen en la orilla. Eso sí, hay mucho polvo, esta vía la empezarán a pavimentar pronto, desde Briceño hacia San Fermín. Continuamente nos encontramos volquetas grandes y doble-troque, llevando material y, cerca del pueblo, ya trabajan una vibro-compactadora y otras máquinas.
Más adelante tanta carrera tratando de alcanzar otra camioneta, sirvió de nada, cuando tuvimos que detenernos como 20 minutos en un sitio donde había movimiento de rocas y tierra. No hay de otra que esperar un rato y disfrutar del panorama.
Es muy bonito el paisaje por este tramo entre San Fermín y Briceño, que se hace en una hora. La carretera forma como una ‘V’: baja hasta el río Espíritu Santo, para ascender luego hasta Briceño. En este río se forman charcos muy apropiados para baños en familia, los fines de semana. Hay tramos muy pendientes, como el que transcurre sobre una cuchilla de la cordillera y serpentea por toda la cima.
Hasta bonita se ve esa vía y el pueblo de Briceño sobre la ladera de la montaña del frente. Eso sí, se observa más bien desordenado. No se distingue bien la iglesia, claro, es más bien pequeña. El caso es que desde el kilómetro 7, de los 28 que son en total, ya se divisa el casco urbano, cuando apenas se comienza el recorrido por terreno sin asfaltar.
Al despedirme de los anfitriones, les dí algo para la gaseosa y entré a fotografiar la iglesia de Briceño, que no es muy bonita, y está consagrada a la Virgen del Carmen. Techo con cerchas y la imagen de Moisés, muy destacada sobre el altar. Debajo del atrio hay algunos establecimientos comerciales.
El parque es agradable y de tres niveles, pero más bien pequeño. Tiene en el centro una ceiba grande, dos araucarias en la parte de abajo y un guayacán amarillo frente al Palacio Municipal, que se ve hermoso cuando florece.
Además del busto del Libertador, hay otro del hijo ilustre de Briceño: el sacrificado gobernador de Antioquia Antonio Roldán Betancur. La plaza es pequeña y se mantiene congestionada si tres carros se parquean allí. El occidente está detrás de la iglesia, es decir que el sol dá de frente a la fachada, en horas matutinas.
Ahora la biblioteca ‘Vive Digital’ funciona en uno de los costados de la plaza, pero ya está muy avanzado el Parque Biblioteca, como de tres plantas, que se construye detrás del templo parroquial.
El Palacio Municipal, de dos pisos, muy sencillo, contiguo a la iglesia. Abajo y al frente está el Comando de la Policía, ese sí bien atrincherado.
Y en ‘El Santuario’, el alto hacia el occidente donde hay una virgen blanca, lo mismo que en el cerro de la Cruz, hay piquetes de soldados que custodian el municipio. Quise ir hasta allá, para tomar una foto panorámica, pero ningún motociclista se atrevió a llevarme y en la Alcaldía me dijeron que necesitaba autorización de la Inspectora de Policía.
Esa Virgen de ‘El Santuario’ tiene un contorno hasta simpático, en forma de corazón, que he visto ya en una foto aérea del municipio, pero el cerco no se aprecia desde la plaza principal.
Para evitar suspicacias, fui hasta el Comando a identificármele al centinela de turno, y conversé con varios lugareños, luego de contarles el motivo de mi visita a este pueblo.
Unos ‘niños desconectados’ que se divertían jugando pelota en el parque, posaron muy alegres para este viajero. La gente acá, es muy amable y no ahorran palabras cuando uno les pregunta algo. Así son los habitantes de los pueblos que han sido muy afectados por grupos armados.
Briceño no tiene transporte directo desde Medellín, solo camionetas Toyota para diez pasajeros, que hacen la ruta cada dos horas en ambos sentidos desde el municipio de los yarumos. Así que con anticipación reservé el regreso hasta Yarumal para las dos de la tarde.
Cuando llegué a Briceño estaba terminando el primer tiempo del partido Bahrein 0 Colombia 6, así que estuve viendo el encuentro en la Cafetería Central, sobre el costado occidental de la plaza, donde está la oficina de transportes Coonorte.
Comí café con buñuelos en BrioPan. En pueblos pequeños es muy barata la parva y en general los productos que aquí se elaboran. Afuera de BrioPan hay unas mesas con paraguas, muy agradables, sobre una de las pocas calles planas del pueblo.
A las dos de la tarde se llenó la camioneta Toyota. Yo había reservado el puesto adelante, al lado del conductor. Fue genial haber acatado a escoger esa silla, pues a través del parabrisas no me pierdo ninguna de todas las bellezas y novedades que ofrece el paisaje.
Hay varias caídas de agua, riachuelos y cascadas al lado de la vía. Esta es una región de gran riqueza hídrica, cómo será que hace parte de los once municipios de la cuenca de HidroItuango.
El comentario dentro de la camioneta apenas salimos fue, la sorpresa porque Mireya se ganó otra vez, la rifa que hacen en el pueblo cada ocho días. Hace una semana fue Graciela, su hermana, la afortunada ganadora, en cambio Berenice, quien viene con nosotros, siempre juega el 38, que ganó, justo el día que ella dejó de comprar la boleta.
Me encantan estas tertulias en los transportes colectivos. Y ahora entiendo que en un pueblo tan pequeño como este, todos se conocen y, ante la falta de eventos, el menor suceso se convierte en un acontecimiento que todos comentan y celebran.
Saliendo del pueblo hay una piscina muy bonita, que seguramente fue la obra insignia de algún alcalde anterior. Los trabajadores que laboran en la carretera tienen todos la camisa con el logo de ‘Antioquia la más educada’. Ese slogan está visible en todas las obras que financia la gobernación.
Desde Briceño hasta San Fermín, hay 28 kilómetros sin pavimento; a Yarumal son 53 kilómetros en total y a Medellín 174.
Hace un sol muy fuerte. Se ven tramos con bosque virgen muy variado, pero la mala noticia cuando ascendíamos por la otra cordillera, fue ver cómo ardía una parte del bosque del frente. Qué pesar, cómo me duele ver esas quemas, a veces intencionadas, por ignorancia o necesidad de los campesinos.
Que buena introducción… muchas gracias por los apuntes sobre el pueblo
Con gusto Carlos, muy agradable tu pueblo y la ruta de ida. Saludos.