Aranzazu (Caldas).
Viernes 19 de junio de 2009:
Llamé por señas a Mauricio, mi mototaxista privado en Neira, y le pedí que por mil pesos, me llevara hasta la variante, por donde salen los carros para Aranzazu. No hay otra alternativa, hace poco pasó el campero que viene desde Manizales y va para ese pueblo y quién sabe dentro de cuánto tiempo pasa otro carro. Me quedé cerca del cementerio de Neira, muy grande y bonito. Pienso que estos camposantos, son otros predios que tiene la iglesia en todo el mundo y que próximamente, cuando se imponga la cremación, se les podrá dar usos diferentes a esos lotes.
Un amigo que vive intensamente.
Qué día tan hermoso y qué mañana tan agradable. A la sombra del árbol empiezo a echar dedo a todo carro que pasa. Ventea delicioso, me siento feliz acá. No llevaba quince minutos esperando bajo el árbol de espeso follaje, cuando paró una camioneta Luv, conducida por Gabriel. Así es la vida: esta mañana me recriminé un poco, por no haber salido antes de las ocho del hotel con este día de verano tan bello. Pero ahora entiendo que nada perdí y en cambio gané mucho, habiéndome venido a la hora que salí. Gabriel no me cobró por traerme hasta Aranzazu, de pronto también porque yo para él, fui buena compañía. Llegué a Aranzazu antes de las 11 de la mañana y aprendí mucho conversando con mi amigo.
Gabriel no es un conductor cualquiera, es un Administrador de Empresas que trabaja incansablemente y duerme solo tres horas diarias. Y es que tiene un problema inmunológico heredado que, según él cree, no vivirá más de 50 años. Todos los días monta en bicicleta. ‘Los deportes individuales tienen la ventaja que no hay que desempeñarse de acuerdo al ritmo del contendor’, me dice Gabriel. Seguramente si Gabriel no tuviera la enfermedad que lo aqueja, a lo mejor no me hubiera recogido a la salida de Neira. Como no me paró un señor que bajaba solo, en su Vitara con las sillas vacías. Una enfermedad como la de mi amigo hace que la gente valore más la vida y se interese por los demás.
Hasta la Luv que maneja Gabriel no aparenta lo que es. Parece una 1.600 modelo 98 pero no, tiene motor y caja 2.700. Para estas carreteras se necesita un carro bueno, pero no aparente y eso es esta Luv. Gabriel trabaja para reconocida empresa, llevando equipos para colegios de todo Caldas. Conoce como el que más todas las carreteras y fue para mí un excelente guía y asesor respecto a los mejores pueblos de Caldas. Según él, Riosucio, Salamina y Las Dorada son los mejores municipios.
Sin embargo, Gabriel me habló muy bien de Norcasia, a hora y media de La Dorada, en donde se construye un túnel de 28 kilómetros para desviar un río y con él alimentar un embalse que no alcanzó a llenarse con el primer afluente que se utilizó. Cerca de allí está la hidroeléctrica de La Miel, un proyecto muy grande de ISA.
Gabriel trabaja por las noches en su empresa particular que ocupa 20 señoras cabeza de familia, que reparten Publicidad. Después de la jornada laboral diurna, se ocupa de su negocio. Mi amigo les paga 35 mil pesos a cada señora, pero solo les dá en efectivo 25 mil. El resto se los cancela en especie: transporte, desayuno y almuerzo. Porque si no, las mamás dejan de comer ellas por darle a los hijos lo que ellos pidan. Así Gabriel tiene la seguridad de que sus empleadas están bien alimentadas.
Mi conductor tiene que seguir un régimen alimenticio libre de grasas y carbohidratos.
‘Pero uno no puede ponerse a pelear con los problemas,
sino que uno tiene que hacerse amigo de las dificultades’,
sentencia Gabriel, a quien no le falta razón. Esa es su filosofía para poder soportar las contingencias de su enfermedad. Trabaja como una mula y aspira a que: ‘mi Dios me permita pasar de los 50 años’. Pero también sabe darse gusto con las cosas que disfruta.
Pues sí que fue un viaje delicioso, muy entretenido y por carretera muy verde, a veces con árboles sembrados a propósito, en el costado de la vía, para proteger a los conductores de los abismos profundos. Fueron 35 minutos muy bien vividos.
Un pueblo tan altivo como su templo.
Me bajé en la estación de gasolina de arriba, pues Gabriel siguió con destino final Pácora. Él me contaba cómo los habitantes de Aranzazu son especialmente laboriosos, echados para adelante y muy comprometidos con las causas sociales. Y pude comprobarlo, al ingresar por la calle principal. En un taller rudimentario, dos hombres sacaban de una llanta usada, los dos anillos centrales con los cual se hacen los círculos, semejantes a aquellos con la cuales jugaba yo de niño. En los años 50, éramos felices corriendo con nuestra rueda al lado, la cual impulsábamos con un palito. Cada uno tenía su impulsor personal y por la noche, lo guardábamos con recelo, junto a la rueda.
Y en la plaza de Aranzazu, vi un vendedor de lotería, que exhibe en un cartón, 24 billetes de $50.000, para motivar a los compradores de su rifa.
El alcalde de Aranzazu hasta el 2011 se llama Ovidio Salazar Serna, y hasta el 2015: Gabriel Zuluaga Montes. Este municipio tiene en total 13 mil habitantes, de los cuales en la zona urbana viven 7 mil y en los campos hay 6 mil labriegos. Uno de los fundadores del pueblo fue Juan de Dios Aranzazu, quien le dió el nombre al pueblo.
Caminé hacia el centro de Aranzazu por la calle principal hasta la plaza y el templo. Desde todos los puntos se divisa esa iglesia encopetada que, como que le queda grande al pueblo. Estaba abierta y entonces aproveché para fotografiar su interior. Es un templo grande, imponente, de cubierta muy alta y una cúpula más empinada aún, con una aguja que rompe el cielo.
Interiormente la iglesia de Nuestra Señora del Rosario tiene una sola nave con cuatro hileras de bancas. Está decorada con vitrales bonitos en los costados y un altar en madera al fondo. La bóveda del techo en forma de cañón es soportada por muchas venas que se sostienen sobre columnas delgadas y redondas. La iglesia de Aranzazu no es muy bonita, pero llama la atención, es imposible no detenerse a observarla. Interesante, de todas maneras. Debajo de la iglesia hay locales comerciales por lo que el acceso al templo se hace por los costados.
El parque de Aranzazu recién remodelado, quedó bien. Lo han decorado con matas de San Joaquín amarillo, que lucen bonitas. Las calles centrales, como la carrera sexta o Calle Real es agradable y muy comercial. Algunas de las fachadas de las casas, casi todas de dos plantas se conservan auténticas, con los detalles propios de la arquitectura antioqueña.
Vine a internet a $ 1.500 la hora, para hacer el diario directamente. Más tarde suena la sirena de bomberos para anunciar a todos los parroquianos, que ha llegado el medio día. Ahora me encuentro en la Escuela Normal Superior Sagrado Corazón, en donde en este momento salen los estudiantes muy alegres, porque hoy comienzan sus vacaciones. Pero seguramente ya dentro de una semana les haga falta no tanto el estudio, cuanto el compartir los recreos con sus compañeros de colegio.
Riquezas Culturales.
En la carrera sexta con calle tercera está la plaza de mercado, y antes, en el edificio marcado con el número 3-26 tienen asiento la Emisora, el Auditorio y el Museo Arqueológico que, más bien es una colección de piezas pre-colombinas donadas por un oftalmólogo insigne de Aranzazu. Diana la directora, muy comedida suspende su trabajo para subir conmigo al tercer piso y enseñarme la muestra.
Casi todas las piezas pertenecieron a la Cultura Quimbaya. Se aprecian en las vitrinas algunas urnas funerarias; ollas en las cuales se encontró residuos de comida en el interior y de hollín por fuera. Un cántaro mocasín con forma de buho, torteros y volantes, todos diferentes. De la Cultura Muisca hay una copa con asas en forma de serpiente; sellos tallados en piedra; ollitas para triturar el yagué; también sellos en forma de rodillo a los cuales se les ponía un palito como eje para teñir telas. Un cuenco naviforme, esto es, en forma de barco; un cráneo con nariguera. También se exhiben varias alcarrazas, una de ellas preciosa, en forma de pájaro y de terminaciones muy tiernas.
Me habían hablado de un Museo Religioso que tiene la parroquia. Así que busqué a Antonio Martínez, el sacristán quien a esta hora decora el anda para la procesión con el Corazón de Jesús, esta tarde. Accedió de buena gana a mostrarme las tres salas en donde se guardan los pasos de semana santa, especialmente una imagen quiteña del Nazareno que data de finales del siglo XIX. Antonio me cuenta que casi todas las imágenes exhibidas en las naves laterales de la iglesia, fueron esculpidas en madera y traídas desde España. En el Museo Religioso se ven también: unos cuadros antiguos con imágenes variadas, ornamentos antiguos: capas, casullas y estolas; el sagrario en madera de la antigua iglesia de Aranzazu, etc.
El Paladar 2000 fue el restaurante que me recomendaron sobre la plaza principal. Y sí, fue acertado el consejo porque con solo $ 5.500 me comí una ‘sopita de guineo’ con bagre sudado delicioso y de principio: fríjoles. Para terminar: mazamorra.
El parque de Aranzazu tiene cuatro árboles grandes en las puntas y está adornado con matas florecidas de san Joaquín amarillo. Se ven muy bonitas bajo las lámparas de tres faroles que alumbran el espacio. Además adornan el parque una fuente de agua funcionando ahora y la tradicional estatua de Bolívar. Unas doce bancas con espaldar sirven de asiento a los jubilados del pueblo. En el centro hay un escenario para eventos públicos con muros bajos para que se sienten los espectadores.
Cerca a las escaleras que suben hasta el parque desde la variante, están la cancha de fútbol, el coliseo cubierto, la piscina semi-olímpica y una placa polideportiva. Al otro lado de la troncal y sobre la ladera de la montaña hay un bosque tupido con árboles nativos y guaduas que forman el Sendero Ecológico.
Y lo mejor está en la cima de la montaña. Se llama El Faro, y es un excelente mirador sobre el pueblo. Lástima que no tengo tiempo de llegar hasta allá, pero me encantaría contemplar el casco urbano desde ese sitio. Me parece una excelente idea haber hecho allí esa garita en madera que desde acá se ve muy bien.
Regreso a Manizales.
Al fin llegó la buseta de Sideral procedente de Aguadas y con destino final Manizales. Ahora vi cuando pasó otra haciendo el mismo recorrido en sentido contrario. Generalmente son busetas viejas, mejoradas para resistir esas carreteras destapadas y de tan difícil transito en invierno. A la 1:30 de la tarde arrancó el carro cuyo conductor llevaba a la mano una botella con agua para evitar el recalentamiento del vehículo.
La carretera entre Aranzazu y Neira forma una gran U: baja hasta el puente sobre el río La Honda, Varsovia y la quebrada Tareas, para ascender luego hasta Neira. El recorrido que se esperaba hacer en 40 minutos demoró una hora en este carro viejo y con mampara. Una cosa que sí veo por acá, son los cultivos de café que no se aprecian viniendo de Filadelfia.
Lo mismo me ocurrió en el trayecto Neira-Manizales que hice esta vez en una buseta moderna y cómoda. Me habían dicho que se hacía en 35 minutos, pero con la llegada a Manizales y las vueltas que hubo que dar para arribar hasta el Nuevo Terminal de Transportes, al fin nos gastamos la hora completa. Ese tramo de carretera también forma una gran V: baja hasta el puente sobre la quebrada Guacaica y asciende luego hasta entrar a Manizales por la Avenida del Río y la antigua Estación del Ferrocarril.